Futuro: el tiempo verbal más importante

Si hemos podido hacer el ejercicio habremos comprobado que en los peores momentos de nuestra vida sentimos el futuro cerrado, lo cual nos deja una sensación de falta de energía y de hundimiento psicológico. Sin futuro no hay nada que hacer, todo se cierra y nuestro cuerpo lo nota. Nos encorvamos, nos cerramos sobre nosotros mismos y nos sentimos tristes y vacíos. 

Esto funciona en los dos sentidos. No importa si primero viví una situación difícil y luego observé que se me cerraba el futuro o bien si primero experimenté un cierre del futuro y luego me sentí hundido. Ambos fenómenos van asociados de forma que no se sabe qué va primero. Nosotros decimos que es una estructura.

Por el contrario, los mejores momentos de la vida van asociados al futuro abierto. Ahí sentimos que podemos hacer cosas, que hay posibilidades, que hay un camino abierto por recorrer. El registro del futuro abierto es psicológicamente luminoso, positivo y energético. En el cuerpo también se nota y vemos que respiramos ampliamente, que el pecho se eleva, miramos hacia arriba, caminamos con energía y bien erguidos. Nos sentimos fuertes, libres y felices. 

Esto nos muestra algo muy importante: la conciencia humana necesita un futuro abierto para poder desarrollar todas sus capacidades. El ser humano necesita futuro para vivir una vida plena, con sentido y feliz.

¿Sin futuro?

¿Pero qué pasa entonces con la muerte? ¿Qué ocurre cuando imaginamos el hecho de la muerte física? Psicológicamente se nos aparece como un futuro cerrado, un futuro tal vez lejano o tal vez no tan lejano, pero un futuro que está ahí, en el horizonte y que tarde o temprano llegará. Tal vez sintamos a la muerte como el cierre definitivo de todo, donde todo se acaba, es decir, como el mayor y definitivo sin-futuro. 

Por tanto, no es de extrañar que la imagen de la muerte genere tanto problema en cualquier persona que la imagina como el fin de todo, como el cierre del futuro. Y ya hemos visto lo que produce en la conciencia la sensación de falta de futuro. ¿Qué hacer entonces? 

Para empezar reconozcamos que no sabemos realmente qué ocurre tras la desaparición del cuerpo, porque no tenemos experiencia de ello (si no, no estaríamos leyendo esto). Desde luego mucha gente cree que no ocurre nada, otros creen que podría haber algo más porque así se lo dijeron de pequeños, otros desean que haya algo aunque tengan dudas y otros cuantos más tienen la certeza de que hay otro tipo de existencia, muy diferente a esta, pero en definitiva hay algo que no se detiene aunque falte el cuerpo. Partimos de la base de que todo ello son creencias y cosas que «imaginamos» (creamos imágenes mentales de algo que desconocemos), aunque esa imagen sea una especie de vacío sin imágenes. Si hemos leído los primeros artículos de esta serie relacionados con las imágenes, ya tenemos una idea de lo que estamos hablando.

La raíz de nuestras creencias

Entonces, ¿qué puede ser más interesante para nuestra salud psicológica y para llevar una vida plena y feliz? ¿Qué tipo de creencia, de imagen, respecto a la muerte será más adecuada? Desde el punto de vista psicológico, desde luego es mucho más saludable creer que la vida tiene un futuro incluso más allá de la desaparición del cuerpo físico. Y como no tenemos experiencia de eso que pueda haber tras la muerte, nos tenemos que mover en el mundo de las creencias. De ahí surge otra pregunta: ¿qué problema hay en creer una cosa u otra? Y si he comprobado que para mi conciencia es más interesante tener un futuro abierto, ¿por qué no creer en ese futuro? Sin duda mi conciencia y todo mi ser se sentirán mucho más ligeros y alegres. Mi vida tendrá un nuevo sentido, ya que todo lo que haga en ella tendrá continuidad más allá del tiempo. Puede incluso que cambien mis valoraciones acerca de las cosas y mis prioridades en la vida cotidiana. Puede que empiece a ver mi vida como un proceso creciente y superador de dificultades en el que, además, puedo aportar muchas cosas a otras personas (ver artículo anterior La energía del dar...). 

Si consigo modificar mis creencias respecto a este punto, toda mi vida puede dar un vuelco. Lo hemos visto en muchas personas que tras una situación difícil, o donde su vida ha estado en peligro, han dado un giro total. Se ha producido en ellas una «conversión» de su energía y ha aparecido un nuevo sentido en sus vidas.

Pero no es necesario llegar a tales extremos para producir un cambio profundo en nosotros. Podemos hacerlo profundizando en la raíz de nuestras creencias. Esta es nuestra propuesta de hoy. Para ayudarnos en este tipo de meditación más profunda podemos utilizar la experiencia guiada llamada «La muerte» (Silo, 1980) que podemos encontrar en audio en las redes (por ejemplo, en https://www.meditabarcelona.org/experiencias-guiadas

Nos vemos en la próxima. Recordad que podéis escribirnos a rehuno.salud@gmail.com

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